Encuentras, como dicen los escritores, una voz, un lenguaje particular que es inconfundible. Es un lenguaje que a través de los años te lo vas apropiando, lo vas haciendo tuyo y lo vas practicando (Gabriel Ramírez). El 4 de enero es una fecha importante para las artes en nuestro Estado, ya que el máximo exponente de la plástica yucateca, Gabriel Ramírez Aznar, cumple 85 años, trabajando como siempre por las mañanas en su estudio ubicado en la colonia Itzimná. Personaje generoso y siempre buen conversador, examinador y atento a la política, una verdadera figura del mundo del arte cuyas pasiones le dan vitalidad y marcan su carácter siempre crítico: la lectura, el cine, el arte, etcétera. Nacido en Mérida el 4 de enero de 1938, realizó su primera exposición en 1965 en la Galería Juan Martín. En ese mismo año participó en la IV Bienal de Jóvenes en París y tres años después se convirtió en miembro fundador del Salón Independiente. A lo largo de su carrera ha participado en más de 60 exposiciones individuales y en más de 100 exposiciones colectivas. Es un creador polifacético, a la par de la pintura se desenvuelve como escritor e investigador de cine. Por su labor en la cultura ha sido acreedor a diversos premios nacionales e internacionales, entre ellos destacan el Premio Internacional de Dibuix “Joan Miró” en sus ediciones 1972 y 1975 en Barcelona; Medalla Yucatán, 1986; Beca de Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en 1989 y 1999, y Premio Literario “Antonio Mediz Bolio” 1997. Su obra pertenece a importantes colecciones públicas y privadas. Desde 1994 el Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán cuenta con una sala permanente dedicada a su labor pictórica. Si bien su trabajo no corresponde a los miembros originales del movimiento mexicano de la llamada Ruptura, es uno de los primeros seguidores y adeptos al mismo, por lo que en diversos textos críticos lo consideran como parte integral de este grupo. Su trabajo tiene un estilo reconocible tanto por su libertad compositiva como por su intenso cromatismo, y por el que logra piezas con una estética singular que no responden a convenciones pictóricas o estilísticas, en la cuales se aprecia la perfecta fusión de la nueva figuración con la pintura abstracta. Gabriel Ramírez es un artista poseedor de un dinamismo visual que bien podría acercarlo al expresionismo abstracto, ya que en su obra se manifiesta la voluntad de un gesto directo e intuitivo con colores brillantes y pinceladas gruesas, así como campos abiertos sin límites en la superficie, en los que no existen jerarquías entre las distintas partes de la composición para construir formas mediante la acumulación de cerradas estratificaciones de colores puros, que se sobreponen y se concentran, originando un sugestivo entramado de líneas y planos de gran fuerza visual. Asimismo, en su obra es posible apreciar la libre expresión del inconsciente que le permitió moverse con naturalidad, dejando que sus instintos lo orientasen en el proceso de creación y lo impulsasen a trabajar de manera libre. Cada obra se trata de una creación espontánea sin algún tipo de restricción, en las cuales brota el cromatismo, el recurso compositivo asumido de forma natural en el proceso de plasmación directa, el dinamismo y el acento que surge como un gesto, lo cual le da a su obra una oportunidad de vinculación al espectador mediante el acto polisémico (las imágenes pueden tener un único significado o representar varios conceptos a la vez) y cuya interpretación surge de la propia emoción, ya que se trata de obras poseedoras de una profundidad significativa derivada de la vivencia. Es así como Yucatán y México deben, más que celebrar el meritorio onomástico de este gran artista, reconocer la trayectoria del máximo exponente del arte actual del sur de nuestro país; celebración a la que se une el Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán, Macay, abriendo al público una muestra del trabajo de este creador. Fuente: Diario de Yucatán