Marcos González “Foreman”, “El Jardín de la Tuna Iridiscente”

Foreman

“Tus héroes no regresarán a ayudarte (...)”

(Fuentes, 1958, p.16)

Dicen que el tiempo tan solo se presenta como duración cuando lo encontramos demasiado largo1 y es que mucho ha pasado desde que los dioses se fueron, prometiendo volver. Aún les esperamos, ejercitando el músculo mitológico que activa día a día la memoria, viviendo entre ruinas.

Aún quedan resquicios de aquellos periodos en los que supimos escuchar el río correr, el soplo del viento, el fuego del sol y el canto del ave; las historias más antiguas se perfilan como recuerdos borrosos en la memoria colectiva, se manifiestan en cuerpo: materia impregnada de inconsciente que supura la herida.

Ya lo dijo Alfonso Reyes, “de Netzahualcóyotl al segundo Luis de Velasco, y de éste a Porfirio Díaz, parece correr la consigna de secar la tierra”2; la encomienda de destrucción sigue vigente, y siguiendo este destino, nos encontramos deambulando siempre en busca de la señal de salvación. Entonces, aparece el edén: El Jardín de la Tuna Iridiscente.

La presente muestra genera el escenario de una narrativa ficticia, una historia o mito fundacional alternativo desde el cual cuestionar y replantear los lugares a partir de los que se construye nuestra realidad, desde dónde aprendimos a verla y cómo es que el eclecticismo cultural perfila la configuración de identidad en el mundo contemporáneo. Partiendo de la importancia de los vestigios arqueológicos como elementos de valoración del pasado desde el análisis del presente, la obra retoma elementos que forman parte esencial del imaginario cultural de Foreman, mezclándolos con el ideal impuesto de nuestro glorioso pretérito ancestral. La exposición muestra, a través del ritmo y el humor, las disonancias entre lo que compone el paisaje natural de la ruina y la realidad urbanizada y digital actual, evidenciando las transformaciones a las que se someten los procesos de construcción identitaria, sus discontinuidades y los paralogismos que le permiten al sistema desplazar sus límites.

Así venimos hoy con nuestras ficciones, presentando un nuevo arte de la naturaleza:

Tuna Iridiscente

planta paradisíaca, pulpa frutal llena de una miel desconocida3

que en sus rituales nos invita a reunirnos a bailar sobre los edificios,

a ofrendar nuestro movimiento y encontrar en el cuerpo la libertad, no solo individual sino

también

colectiva.

A través de estos actos nos contestarán los dioses, dejándonos saber si aceptan nuestra entrega y nos devuelven la promesa de sus favores. En tanto que permanezca el mundo, no acabará tu fama y tu gloria, ¡tierra tropical de sueños infinitos!

AJM

1 G. Bachelard, La dialectique de la durée, p. 48

2 A. Reyes, Visión de Anáhuac, p. 2

3 Idem

Curaduría + Museografía - Adriana Jiménez Marín

Enero 2024

Sede: Galería Secreta


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